PRESAGIO.
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Aún recuerdo aquel nefasto día,
de aquel adiós, en fría primavera,
y que hoy mi corazón, en loca espera,
en mis sueños, te busca todavía.
Tan poco olvido aquella melodía
del zorzal, que trinaba en la pradera,
del zorzal, que trinaba en la pradera,
que a mí me pareció que me advirtiera:
En amores ausentes desconfía.
Hoy te sigo esperando en mi cortijo,
que me da la esperanza y regocijo,
de estar juntos amándonos los dos.
Si estás muerta, que estés allá en el cielo;
si estás viva, en los brazos de un consuelo,
que te juzgue el espíritu de Dios
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