Añoranza.
****** ¡Qué triste es retornar sobre las huellas! ya mustias y veladas del pasado. Ya no alumbran como antes las estrellas las noches de mi rancho desolado. El frondoso samán, de gran ramaje, que a su sombra solía meditar, ya perdió para siempre su follaje y semeja un fantasma en el solar. Nunca olvido el pasado, cuando niño; feliz tiempo de mimos y consuelo, cuando solo sabía del cariño de una madre, que tengo allá en el cielo. Inocente de turbias tentaciones; mi alma pura y sin manchas, cual la nieve; despojada de vagas presunciones y lejos del escarnio y de la plebe... Pero al ir escalando en este mundo, de frágil fantasía, pasajera, recuerdo, con dolor meditabundo, aquel pasado, al que volver quisiera. ! Qué amargo y traicionero es el destino¡ ¿Por qué ha de ser: nacer y padecer los rudos altibajos del camino y el cruel desvelo de un amanecer?... Es la vida, fatídica fragata a la cual nos subimos con encanto, pero un día, nefasto, se desata la tormenta fatal del desencanto.