RENCOR.
x Sentí el retorno de tus lentos pasos, cual fantasma de un alma peregrina huyéndole al revés de tus fracasos a través de la escarcha y la neblina. X Regresas hoy, cual ave adolorida, buscando el nido que un día destruiste; mas nunca lo hallarás, arrepentida, en mi estancia tu lecho ya no existe. X Ya sé que sola estás y confundida, soportando tus culpas del ayer, y vuelves, cabizbaja, por la vida, pues ya nada te queda que perder. X En el jardín de esbeltas amapolas, que tantas veces me juraste amor, las flores mustias, como mi alma a solas, perdieron para siempre su esplendor. X Y el jilguero cantor de la alborada, que solía trinar en tu ventana, ya no se oye en el lar de mi morada, anunciando la aurora en la mañana. X En mis noches de amarga penitencia esperé de tu voz algún aliento, pero tú, con tu cruel indiferencia, ignoraste el plañir de mi tormento. X En esta alma, que gime en su quebranto, todavía vislumbran las cenizas de ese amor, pasajero y sin encant