RENCOR.




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Sentí el retorno de tus lentos pasos,
cual fantasma de un alma peregrina,
huyéndole al revés de tus fracasos
través de la escarcha y la neblina.
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Regresas hoy, cual ave adolorida,
buscando el nido que un día destruiste;
mas nunca lo hallarás, arrepentida,
en mi estancia tu lecho ya no existe.
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Ya sé que sola estás y confundida,
soportando tus culpas del ayer, 
y vuelves, cabizbaja, por la vida,
pues ya nada te queda que perder. 
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En el jardín de esbeltas amapolas,
que tantas veces me juraste amor,
las flores mustias, como mi alma a solas,
perdieron para siempre su esplendor.
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Y el jilguero cantor de la alborada,
que solía trinar en tu ventana,
ya no se oye en el lar de mi morada,
anunciando la aurora en la mañana.
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En mis noches de amarga penitencia
esperé de tu voz algún aliento,
pero tú, con tu cruel indiferencia,
ignoraste el gemir de mi tormento.
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 En esta alma, que se hunde en su quebranto,
todavía vislumbran las cenizas
de ese amor, pasajero y sin encanto,
que tu aciago desprecio lo hizo trizas
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Y aquí voy por el mundo ,peregrino,
cómo vela sin ancla y sin timón,
arrastrando a través de mi camino
las penas que me dió tu corazón.
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¡A qué has venido! ¡Para qué regresas!
¿A envolverme en la red de tu traición?...
Ya no quiero escuchar falsas promesas,
y no quiero de ti tu compasión...
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Hoy te acuerdas de aquel, pobre engreído,
que dio su amor en el peor instante,
y que tú, vanidosa y sin sentido,
Rechazaste por no ser un diamante.
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¿Dónde están las promesas que me hiciste?
¿Dónde el fuego voraz de aquellos besos?
¿Aquel amor falsario que me diste
y el falso drama de tus embelesos?
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¡Flor ilusa, festín del arrabal!
Ya no sueñes que vuelva yo a tu lado.
Eres hoja que arrastra el vendaval;
  un fantasma que vuelve del pasado.
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Efímera amapola del camino
ya tu aroma no embriaga la ribera:
fue muy corto el fulgor de tu destino,
 cual la sombra fugaz de una quimera...
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Mariposa nocturna de los montes:
has perdido el embrujo de tus alas,
que una vez conquistó los horizontes
con la breve apariencia de sus galas.
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Golondrina viajera del ocaso,
cansada de vagar sobre los mares;
tu vida aventurera fue un fracaso; 
ya no vibra el laúd de tus cantares.
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No te cruces de nuevo en mi camino,
ya no quiero volver a ver tus ojos;
eres sombra a la luz de mi destino;
 una daga clavada en mis despojos.
X
  Hoy voy solo a mi última morada,
y el único cortejo son mis penas,
a enterrar el recuerdo de la amada
que ató mi corazón a sus cadenas.
 

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