CUANDO LLEGA LA CALMA.



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En las noches de fúlgidas estrellas,
aparece la luna en la colina,
y rasga el infinito las centellas,
a través del espacio y la neblina.

Un lucero, que emerge del oriente,
se mira en la quietud de una ensenada
y se mece al vaivén de la corriente,
como novia al espejo enamorada.

Un concierto de quejas y lamentos
se desprende del canto de las olas,
que arrastradas por fuertes elementos
semejan ninfas en la noche, a solas...

Y aquí en mi pecho el corazón suspira,
cual las ondas que mueren en arena,
que al compás de las notas de mi lira,
Imita un canto en la quietud serena,

Un relámpago, diáfano y ligero,
devela el valle y su esmeralda calma,
y a veces se oye el canto lastimero
de alguna alondra, que me llega al alma.

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