LA VÍA INCIERTA.



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Cuántas penas nos guarda el cruel destino
a través de la incógnita existencia;
cada cual es un paria peregrino
que lucha contra toda resistencia.

No hay obstáculo alguno que no pueda
vencerse en esta lucha sin medida.
El camino es de abrojos, no de seda,
para todo el que inicie su partida.

Las penas, sin lugar, son naturales,
nos llegan, por igual, sin distinciones:
Dios nos ama a todos, por igual.

Nos esperan oscuros temporales
y un camino de vagas ilusiones,
hasta el fin de esta vida terrenal.

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