LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ

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Lentamente se han perdido
aquellas costumbres sanas,
que, como estrellas lejanas,
quedaron en el olvido.
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Se acabaron los modales
de aquel brillante linaje,
que fueron el andamiaje
de aquellas clases sociales.
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Y con loca temperancia,
y no quedar rezagada,
la mujer en su avanzada
Perdió, también, su elegancia.
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Muchas usan pantalones,
desechando sus vestidos,
que avivaron los sentidos
con sus locas tentaciones..
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 Y, para colmo del mal,
se los ponen bien raídos,
como fantasmas salidos 
de una función infernal 
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Hasta sus mismas facciones
muchas veces son postizas,
Por lo cual se han hecho trizas
añoradas ilusiones.
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Y de esos castos amores, 
que fueron con devoción,
ya no tienen ocasión,
Son breves, como las flores.
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Tan solo quedó la historia
 de aquel brillante pasado,
que por siempre se ha marchado,
y para eterna memoria.
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Recuerdo las navidades;
los hermosos villancicos;
la alegría de los chicos
y de todas las edades.
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El folclor del alumbrado,
era alegre y divertido,
con la música y el ruido;
ahora quedó apagado.
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Las nocturnas serenatas
en los floridos balcones,
que embriagaron corazones
de las bellas mojigatas.
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En las noches las lunadas
con música de guitarras,
sin más luz que las cigarras,
ya quedaron olvidadas.
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Y ni hablar del matrimonio,
también quedó en el pasado:
El velo quedó anulado;
le puso fin el demonio.
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Hoy su novio es el marido,
y la novia fiel esposa,
que es lo mismo, y no otra cosa,
que un matrimonio sin ruido.
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Y tampoco en los santuarios
se divisan penitentes,
porque ya hasta los creyentes
olvidaron los rosarios.
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Mucho menos se confiesan
de aquel presunto pecado,
porque el cura fue acusado
por lo mismo que le expresan.
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Nolberto Marín Bolívar.









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LA AGONÍA DEL CÓNDOR

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LA AGONÍA DEL CÓNDOR En un risco nevado, a gran altura, un cóndor retozaba con delirio, y, agitando sus alas con premura, rogaba al cielo el fin de su martirio. **** La noche es larga y agoniza el día. Azotado por ráfagas del viento, con aflicción su corazón latía al soportar su trágico momento **** Aquel día, funesto, en la alborada, su amada compañera fenecía, en el lar de su cálida morada, a la luz celestial del claro día. ***** Recordaba pasadas aventuras, cuando, juntos, pasaban gratas horas desafiando las místicas alturas, bajo el claro fulgor de las auroras. ****  El cóndor parecía meditar:  Soy un paria, que vaga sin ventura; mis penas ya no puedo soportar, Partiré de este mundo, con premura. *****   Náufrago, en el mar de su fracaso,  soportando su amarga penitencia, una tarde, sombría, del ocaso, maldecía su mísera existencia. El cóndor, majestad de los desiertos, presentía su eterna despedida al gélido terruño de los muertos en busca de su amada consentida. *****  Y una noc
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