A CARAMANTA.


LyT

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Mi madre, como toda madre santa,
me guía desde el cielo, con ternura.
Bella flor del jardín de Caramanta,
fértil suelo de amor y de cultura.

En sus verdes colinas, la mañana,
  por el gélido viento boreal,
 a cambio de un abrigo, usan la ruana,
símbolo de esta tierra sin igual.

Y sus calles, de múltiples pinturas,
semejan un pesebre de balcones,
que mantienen de antaño sus culturas
guardadas en sus nobles corazones.

A pesar de que ya murió el romance,
como mueren las flores en las dunas,
su folclor no ha caído en ese trance,
y aún se oye cantar en sus tribunas.

Todavía se escucha en sus balcones,
los arpegios, con ritmo de sonatas,
que despiertan fervientes emociones,
con aquellas, ya muertas, serenatas.

Qué constante costumbre de sus dones,
de esta gente de paz, siempre risueña,
que mantienen las nobles tradiciones
de su raza, de origen antioqueña.



















































































































































































































































































































































































































su folclor no ha caído en ese trance,
y aún se oye cantar en sus tribunas.

Todavía se escucha en sus balcones,
los arpegios, con ritmo de sonatas,
que despiertan fervientes emociones,
con aquellas, ya muertas, serenatas.

Qué constante costumbre de sus dones,
de esta gente de paz, siempre risueña,
que mantienen las nobles tradiciones
de su raza, de origen antioqueña.

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