LABERINTOS.



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La vida es un laberinto
 que tendremos que cruzar,
y guiados por un instinto
avanzamos al azar.

Y cual una competencia,
alcanzamos el final, 
que es el fin de la existencia
de todo lo que es mortal.

Y en aquella misma estancia,
misteriosa y sorpresiva,
se termina la arrogancia
de esta especie convulsiva.

Que un día, sin duda alguna,
la tendremos que afrontar.
Ni esplendores ni fortuna
nos sirven para comprar.

Un lugar en el extremo,
y podamos escapar
al dictamen del Supremo:
Que no podemos burlar.

Se han perdido los valores
y las virtudes otroras;
ya son pocos los señores,
como también las señoras.

Sin juzgar en general,
pero hay manzanas infectas
dentro de un mismo morral,
que pasan como perfectas.

 El verdadero camino
que debemos elegir,
es aquel, cuyo destino
nos depare el porvenir.

Un futuro sin abrojos
y de crueles desengaños;
  que la luz de nuestros ojos
 no se empañe con los años...

Que al final de la jornada,
donde habremos de llegar,
 nuestra vida, ya agotada,
tenga dulce descansar.

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